Uno de los grandes estandartes de la Peña Deportiva Rociera, su presidente Emilio López, se despide esta temporada del club tras casi 20 años al frente del mismo. En 17 años en total que ha estado vinculado al club del barrio rociero, Emilio ha realizado multitud de tareas y labores para hacer crecer a una entidad que ya es un referente en Dos Hermanas y en el fútbol sevillano.
La ambición, pasión y capacidad sin límites sin apenas recursos, han convertido a la Peña Deportiva Rociera en uno de esos clubes donde todavía puede respirarse ese amor por el fútbol. Fútbol de barrio, fútbol modesto, de cantina y cerveza con los amigos cada domingo, un lugar de referencia donde ver crecer personal y deportivamente a un hijo en valores como la superación, el esfuerzo y la constancia.
El gran encargado de este logro, además de todos los hitos deportivos conseguidos, ha sido Emilio López, que esta temporada se despide y que, por ello, nos ha desgranado su carrera deportiva en el club en la siguiente entrevista.
En primer lugar, tras casi 20 años al frente de la PD Rociera, ¿qué se siente al dejar tu gran pasión?
-Siento que he dado todo y más por estos colores, y que además se han volado mas de 20 años de mi vida, porque mi vinculación antes de presidente fue de jugador y además ayude a directivas anteriores, pero satisfecho por haber logrado metas impensables para un club de barrio. Espero pasar este mal trago lo antes posible.
¿Cómo catalogarías estos 17 años al frente de la PD Rociera?
-Difícil en todo momento. El principio fue muy duro. Instalaciones con faltas de infraestructuras, vestuarios anticuados… Recuerdo la recogida de firmas, más de 9000, con un barrio y lo que no era el barrio volcado. Con nuestras reivindicaciones, nosotros trabajamos en la realización del salón, vestuarios de niñas, ampliación de focos, etc. Todo con el trabajo de personas como Aguilar, Chico, Guerra, Román, Rafael Román, Powi, y poco más.
En 17 años, has vivido innumerables momentos dentro del club, ¿con qué momentos te quedarías?
-Tengo muchísimos recuerdos, pero especialmente el primer ascenso ante La Liara, con un campo a rebosar. Los ascensos a Tercera, sobre todo el primero, ante el Arcos, donde se movilizó a la Dos Hermanas dormida en cuanto a fútbol; el llevar el equipo femenino a Segunda División española, todas unas proezas, pero también la otra cara de la moneda, los descensos. Pero este club tiene un espíritu de superación increíble, y estos chavales, después de caerse, se volvían a levantar y en la temporada siguiente quedábamos arriba de nuevo.
Llegaste a la Rociera en categorías provinciales y lo llevaste a jugar hasta Tercera División, ¿cómo fue el camino hasta ese logro?
-Cierto, empezamos solo con un equipo senior y año tras años fuimos creciendo deportivamente, hasta llegar a Tercera División, siempre con jugadores netamente nazarenos y a coste cero, equipo femenino en Segunda y, por último, también el equipo juvenil en liga nacional. Todo muy difícil, pero mi mano derecha Aguilar, en todo momento me emplazaba a ir a por más, como entrenador y más psicológicamente, hice creer a chavales con limitaciones que podíamos conseguir metas, que después fueron logradas.
La PD Rociera ya está asentada como uno de los grandes clubes de fútbol de la ciudad, ¿cómo ha sido el trabajo que habéis realizado para llegar a ese objetivo?
-El asentamiento se consolida desde que llegábamos a pasar la tabla al campo, y después meterme en el vestuario para afrontar un partido lleno de yeso, desde quitar excremento de perros por todo el campo, debido a no tener cerramiento. Desde irme con mi amigo Powi cargados de más de 11 jugadoras del equipo femenino a jugar liguillas de ascenso, de cargarnos de balones y entrenar en Montequinto por la falta de césped estando en Tercera, de correr en días de lluvia por el asfalto, etc, etc. Así es nuestro asentamiento, trabajo y más trabajo.
Has sido de todo en el club, ¿cuál ha sido la tarea que más te ha llenado?
-Las tareas han sido todas, porque las he realizado todas. Pero sin duda, empecé a entrenar porque económicamente no podíamos sufragar el gasto de un entrenador, y por las veces que lo pudimos hacer, salió bastante mal. Con los años, obtuve mis títulos y hasta la fecha he sido el entrenador. Han pasado cientos de jugadores entrenados por mí, y creo que me he involucrado con ellos como un padre deportivamente y psicológicamente. Jugadores muchos con problemas, a los cuales les he ayudado y estado a su lado en todo momento.
Para terminar, realiza un balance sobre tu paso por el club.
-El balance, bajo mi opinión ha sido bastante positivo desde lo deportivo y social. Hoy en día, somos una referencia para muchos clubes con una cantera consolidada, con más de 250 deportistas. Llegamos con un solo equipo senior y hoy en día hay representación en todas las categorías, y este gran logro hay que otorgárselo a Aguilar, que es el que ha trabajado desde sus orígenes, sin olvidar a Antonio Román, sin Aguilar esto no hubiese sido posible.
¿Cómo ves el futuro del club?
-El futuro es incierto, como todos los futuros, pero las personas que se hacen cargo a partir de ahora están bastante capacitadas, con ganas e ilusiones nuevas. Les deseo lo mejor. Aunque sé que es una tarea ardua y que requiere muchísimo tiempo y dedicación, no dudo de que lo harán bien y mantendrán al club donde se merece.
¿Qué mensaje le envías a los aficionados?
-A los aficionados y especialmente a la Peña Humarea, a la aficionada más incondicional de todos nuestro seguidores (mi hija María y mi mujer ), agradecerles todo el apoyo en todos estos años. Gracias por el empuje desde la grada y fuera de ella, tanto en los malos y buenos momentos, sin ellos no somos nada. Transmitirles mis deseos de que mantengan su fidelidad a estos colores que tano nos han hecho tanto reír como llorar. Aguilar, Chico, Pedro, Juan Olea, Pedri, Jesús Guerrero, Manuel, Román, Guerra, Powi, Mena, Pepe, Jesús Pino, Migelito, Lara, Nazarauto, Ordoñez , y sobre todo a mi mujer e hijos, gracias. También he cometido errores, aprovecho para si en estos años he molestado o alguien se ha sentido agraviado por mis formas, les pido disculpas, gracias.