En esta historia, Andrés Cañas Muñoz muestra la experiencia de una familia ante la enfermedad y la perdida de uno de sus miembros.
Comenzando desde la infancia, nos lleva a años atrás, cuando los valores estaban por encima de todo y la unión familiar lograba que, ante la adversidad, se pudiera salir adelante.
Una historia emocional y tierna, escrita en un lenguaje sencillo, que te hará reflexionar sobre la sociedad actual y el modo de vida que llevamos. Te recordará la fragilidad del ser humano y la importancia de esas personas de nuestro entorno, en quienes nos apoyamos en los momentos más difíciles.
El autor comentaba lo siguiente: «La vida nos guarda muchas despedidas, y piensas que con los años será más leve. ¡Qué error más grande! Todas serán dolorosas. Nunca te harás a eso, y mucho menos si les pasa a aquellas personas que quieres.
No soy la persona buena o, la tonta de la familia, la vulnerable que se puede pisar cada vez que lo deseen, la débil que creen los demás que estoy para servirles, para aguantar todas las mierdas de mis seres queridos y no se me perdone ni un error. Sé por experiencia que las personas “tontas” también tenemos un límite.
“Cómo expreso sentimientos de otras personas, cuando reflexiono sobre el dolor que siento y no soy capaz de explicarlo.”